Silvia Federici sobre huelga internacional de mujeres
Yo creo que es importante hoy abrir una visión estratégica, no solamente salir a la calle, sino salir a la calle con una visión de lo que deseamos e intentamos construir. Sería una pena si vamos a la calle todas contentas y después regresamos a casa y no se une este momento con la construcción de algo distinto. Por eso es importante no solo demandar a un Estado que no responde, sino comprender contra qué luchamos, que no son personajes. Estos personajes son la expresión de un mal que es el sistema. Comprender lo que está sucediendo a nivel económico, político, ecológico y empezar a hacer las conexiones. Es verdaderamente la misma lucha: luchar contra la contaminación, contra el capitalismo, la precarización de la vida y el despojo y luchar contra el patriarcado son momentos diferentes de una misma lucha. Pienso que esta movilización puede ayudar a crear conciencia sobre la interconexión de estas luchas. Ojalá tengamos la capacidad crear un terreno de unificación entre mujeres distintas.
Desde que la conocemos, las
conversaciones con Silvia han sido siempre muy fértiles. No solo por su lucidez
y agudeza teórico-política, sino también por su generosidad infinita en el
relato de su experiencia, en esa búsqueda de coherencia entre lo que se hace y
se piensa. En la previa del 8 de marzo, conversamos con ella sobre el paro
internacional de mujeres y la actualidad de la lucha feminista.
Elegimos volver a escucharla hoy, en
este contexto tan intenso donde la lucha de las mujeres se despliega con una
fuerza por momentos inesperada. Donde cada una desde su comunidad de mujeres
pone empeño en organizar, difundir y participar del 8 de marzo y del paro
histórico que sucederá en más de treinta países alrededor del mundo.
En lo vertiginoso de estos acontecimientos
nos venimos diciendo unas a otras: no aceptemos más la violencia, potenciemos
nuestra fuerza para multiplicar nuestro ya basta, organicemos encuentros,
espacios y marchas que hagan temblar la tierra. Pero también nos repetimos una
y otra vez: hagamos más denso el tejido del entre mujeres; potenciemos nuestra
ayuda mutua, nuestro autocuidado y reciprocidad; estemos cada vez más
movilizadas pero también robemos tiempo para sentir y pensar cómo seguimos,
cómo nos auto organizamos cada vez más y qué desafíos está alumbrando la lucha.
Dicho de otro modo, al desplegar la
lucha ésta ilumina nuevos problemas políticos. De nada sirve hacer sin pensar.
Pensemos a partir de lo que estamos experimentando y abramos los espacios para
construir los cómo seguir. Nuestras compañeras y hermanas nacidas en las luchas
que nos antecedieron portan experiencias que es preciso recuperar para no
empezar de cero, para nutrirnos y cambiar. Por eso esta conversación busca ser
un espacio-momento para que Silvia nos comparta palabras que nos ayuden a
pensar lo que está sucediendo.
¿Qué está sucediendo con la lucha de las mujeres? ¿Qué has reflexionado sobre las últimas manifestaciones en Estados Unidos?
Aquí es un momento en el que se está dando una movilización muy fuerte
de todos los movimientos sociales, y sobre todo del movimiento de las mujeres.
Hemos visto estas marchas en Washington, en Nueva York, en varias ciudades.
Mujeres de todo tipo, de todas las edades se están movilizando, sintieron la
necesidad de salir a la calle. Y pienso que no es solamente una necesidad de
responder a Trump, es la expresión de un gran descontento que se ha acumulado
en estos años, porque las situación de las mujeres en todos los niveles, con
excepción de una minoría, se ha deteriorado desde hace mucho tiempo,
enfrentando una crisis en su vida cotidiana.
Esta es una crisis de trabajo, una crisis de falta de tiempo para sí mismas, una crisis de la relación con los otros, es el no tener recursos, no tener tiempo ni acceso a los servicios más fundamentales. Además de enfrentarse continuamente a la violencia, que es violencia individual pero también del Estado, de la policía, en las cárceles, es la militarización de la vida que aquí es cada vez más fuerte. Creo que ahora estos son los elementos que unifican y pueden unificar al movimiento feminista. Es un movimiento contra la violencia y los abusos institucionales, pero también es una manifestación de deseo, de voluntad de construir una sociedad diferente. En estas marchas, en Nueva York por ejemplo, se podía ver una gran creatividad, mucha fuerza y energía, por eso se puede comparar con lo que sucedió en los años setenta.
Es un movimiento que ha crecido mucho en los últimos años, sobre todo a
partir de la desilusión que tantas mujeres han experimentado. Se pensó que
trabajar fuera de la casa posibilitaba conseguir autonomía. Y no nos dio
autonomía porque el trabajo es precario, no da seguridad. Lo que vemos es un
gran número de mujeres, y hombres también, cargadas de deudas. Han luchado por
entrar a las universidades, como se luchaba en los años setenta, y ahora con la
privatización de la educación deben un montón de dinero para poder estudiar.
Muchas jóvenes con veinte años no pueden ver cuál va a ser su futuro.

¿De qué luchas previas se nutren estas manifestaciones? Porque al mirar las imágenes -no podíamos dejar de mirar lo que pasaba, la cantidad de personas- desde el sur nos preguntamos ¿de dónde se están nutriendo? ¿De dónde nació ese desborde? ¿Qué había previamente organizado?
Creo que la decisión de una parte del establishment americano de apoyar
a Trump ha sido una respuesta a las luchas que ya se estaban dando. Por
ejemplo, la lucha por el aumento del salario mínimo ha involucrado a muchas
mujeres muy fuertemente, y siempre se cruzaba con la lucha de los migrantes.
Porque son sobre todo las mujeres y las personas migrantes las que tienen
salarios muy bajos. También ha crecido un movimiento estudiantil contra la
deuda generada por la falta de gratuidad. Por otro lado, muchos han apoyado a
Trump pensando que sería el presidente que cortaría las deudas e implementaría
una educación gratuita. Es también creciente la movilización contra el control
del cuerpo. Por ejemplo, en muchos Estados se redujo drásticamente el
acceso al aborto. Hoy las mujeres se enfrentan con dificultades en todos los
lugares donde están, con cortes en servicios como la educación y la precariedad
de la vida, ninguna sabe si tendrá o no trabajo. Sobre todo entre jóvenes y
mujeres no se ve qué tipo de futuro se tendrá. También la rabia y la
indignación contra estos abusos, la violencia institucional continua, la
matanza de la policía sobre los y las jóvenes de color, migrantes, latinos. La
conciencia de que vivimos en un régimen muy brutal, que no es una novedad, pero
que ahora ya no se puede no ver. En los últimos años casi todos los días un
joven negro fue asesinado con una impunidad absoluta. Entonces, hay un
descontento muy fuerte, económico y no económico, porque los dos están
conectados. Porque está claro que esta violencia se justifica y se sostiene en
la represión y en la precariedad económica.
¿Cómo estás viviendo estos mismos movimientos en el plano internacional, por ejemplo lo que está siendo en este momento la organización del paro internacional de mujeres?
¿Cómo estás viviendo estos mismos movimientos en el plano internacional, por ejemplo lo que está siendo en este momento la organización del paro internacional de mujeres?

Es una idea muy excitante, sobre todo esta dimensión internacional de las luchas es muy importante. En las últimas semanas ha sido muy importante ver tantas movilizaciones en todas las ciudades al mismo tiempo, el sentimiento de ser parte de algo que se está moviendo en muchas partes del país y del mundo. Así como la respuesta al llamamiento de paro de las compañeras en Argentina en octubre pasado que fue muy fuerte. También aquí muchas compañeras salieron a la calle. Todavía es difícil saber, pero es claro que solamente algunas podrán hacer el paro porque hay tantas dificultades prácticas para organizar un paro de las mujeres, sobre todo en un país como Estados Unidos, donde existen realidades tan diferentes y hay grupos de mujeres tan diversas, en una situación donde faltan los servicios sociales, donde muchas mujeres son solteras y no tienen un marido que pueda sustituirla. Pero se envía una señal importante, es una posibilidad de compromiso con las nuevas formas de lucha y de organización. Ojalá sea un compromiso para crear redes de comunicación entre mujeres de diverso tipo. Crear un tejido social más fuerte, capaz de resistir a lo que está sucediendo y también empezar a construir nuevas relaciones. Empezar a implementar lo que se viene hablando sobre formas de auto gobernarnos, reclamar el control de nuestra vida, empezar el proceso de no solamente ponernos en contra sino ir definiendo qué tipo de sociedad queremos, cómo vamos a construirla, qué precisamos de inmediato y cuáles son los objetivos del futuro.
Yo creo que es importante hoy abrir una visión estratégica, no solamente salir a la calle, sino salir a la calle con una visión de lo que deseamos e intentamos construir. Sería una pena si vamos a la calle todas contentas y después regresamos a casa y no se une este momento con la construcción de algo distinto. Por eso es importante no solo demandar a un Estado que no responde, sino comprender contra qué luchamos, que no son personajes. Estos personajes son la expresión de un mal que es el sistema. Comprender lo que está sucediendo a nivel económico, político, ecológico y empezar a hacer las conexiones. Es verdaderamente la misma lucha: luchar contra la contaminación, contra el capitalismo, la precarización de la vida y el despojo y luchar contra el patriarcado son momentos diferentes de una misma lucha. Pienso que esta movilización puede ayudar a crear conciencia sobre la interconexión de estas luchas. Ojalá tengamos la capacidad crear un terreno de unificación entre mujeres distintas.
Nosotras sentimos que nos entusiasma el paro y la movilización porque es
un mensaje, es una disputa en varios planos, también simbólica. Acá en el sur,
sobre todo la idea de la doble jornada, el trabajo doméstico, ha tomado mucha
fuerza porque al discutir el paro hubo que intercambiar sobre qué precisábamos
para parar. Eso dio lugar a un montón de discusión entre mujeres. Muchas han
planteado que no pueden parar porque están solas con sus hijos e hijas,
entonces vemos formas diversas de parar y participar. No nos proponemos hacer
un paro en el que si no podés parar las veinticuatro horas no formas parte de
la jornada y de la lucha, sino hacer un paro que diversifique las opciones y
todas podamos participar.
Justamente, yo pienso que a partir de las dificultades de hacer este
paro, de las dificultades de las mujeres que no pueden dejar a sus hijos, es
importante comprender cuál es el paso próximo. Porque, ¿qué pasa con estas
mujeres que están encarceladas por el trabajo doméstico todos los días y que no
tienen a nadie que las pueda ayudar? El paro es un momento de comprensión y de
transformación, porque mirando estas dificultades organizativas se puede ver
qué necesitamos, qué se puede hacer como cosa urgente. Ver que existen tantas
mujeres que no pueden ir a una reunión, al cine, porque son prisioneras de ese
trabajo. Cuando estuve en Bruselas unos meses vi que allá las compañeras han
impulsado la iniciativa de describir su jornada de trabajo y luego han recogido
esos testimonios. Han dicho también al estado “todo esto es lo que las mujeres
hacen”, están intentado decir “esta es la cuenta por todo lo que hemos
realizado”. Este tipo de acciones pueden incrementar la conciencia y permiten
pensar nuevas prácticas. Porque si estamos encarceladas en el hogar entonces
¿qué estructura necesitamos en lo urbano, en el barrio, para dar respuesta?,
¿cuáles son las necesidades inmediatas y urgentes?
En esa clave, al pensar el paro lo estábamos concibiendo como un momento pedagógico para nosotras y para todas las mujeres, por tanto para señalar los desafíos en todos los sentidos que vos nombras, para pensar qué movimiento tenemos que construir, bien atado a la vida y la cotidianidad. Pero también señalar los límites de la izquierda, los límites de ciertas formas de hacer política, lo que sucede con el sindicalismo. El paro iluminó muchas cosas, no solo para el propio movimiento de mujeres sino para muchas más personas.
En esa clave, al pensar el paro lo estábamos concibiendo como un momento pedagógico para nosotras y para todas las mujeres, por tanto para señalar los desafíos en todos los sentidos que vos nombras, para pensar qué movimiento tenemos que construir, bien atado a la vida y la cotidianidad. Pero también señalar los límites de la izquierda, los límites de ciertas formas de hacer política, lo que sucede con el sindicalismo. El paro iluminó muchas cosas, no solo para el propio movimiento de mujeres sino para muchas más personas.

Pero es importante pensar estratégicamente qué es lo que queremos. Claro que no podemos saber muchas cosas, pero sí qué precisamos saber. Necesitamos una visión estratégica más allá de la manifestación. También la memoria histórica es importante para crear resistencia, la memoria sobre lo que ha significado este día para la lucha de la mujeres, sobre el internacionalismo feminista y el significado de eso en la actualidad. Creo que hoy las mujeres debemos estar más presentes en las luchas contra la guerra. En estas manifestaciones en Estados Unidos no se le ha dado suficiente atención a la problemática de la guerra.
Este punto es importante desde la perspectiva latinoamericana y también nos preguntamos por esto que nombras. La gente se moviliza cuando puede, cuando hay conciencia y voluntad, pero ¿qué piensa sobre las invasiones y la guerra el pueblo estadounidense?
Ahora se ven límites que no se veían y se empieza a insistir en la necesidad de la lucha contra la guerra. Han estado y están bombardeando con drones Yemen, han destruido Medio Oriente. Existe una relación fuerte entre la guerra permanente y la militarización de la vida aquí, por eso es importante esta temática. ¿De qué internacionalismo hablamos si no? Es importante que todos digamos que no se puede excluir a las personas de ningún país, pero también que no se debe bombardear ni destruir la vida en ningún país. Pienso que en los materiales que se van a preparar y escribir es importante tener esta visión histórica del internacionalismo feminista.
Con respecto a la memoria histórica, al crecer bastante la auto organización de las mujeres en varias ciudades de Uruguay, las compañeras plantean una sensación de ser huérfanas, de empezar una lucha sin saber que otras mujeres lucharon antes, desconociendo qué problemas tuvieron y cómo se organizaron. ¿Tuvieron esta sensación en los años setenta cuando el movimiento desbordaba las calles?
Para nosotras fue muy importante el trabajo de comenzar a reconstruir la historia de otras mujeres, de comprender de dónde venimos, cuales fueron nuestras madres, reconstruir y pensar en el feminismo liberal, en el feminismo socialista -del que nace el 8 de marzo-, saber lo que planteaban sobre la liberación de la mujer. De la historia del feminismo en América Latina he descubierto dos años atrás la lucha de las mujeres en Argentina, a Virginia Bolten y su consigna “ni patrón ni marido” y su periódico La Voz de la Mujer.
Las historias locales, en el Río de la Plata, también son muy potentes. Por ejemplo, la consigna de las mujeres en Uruguay en los años ochenta era “nosotras queremos cambiar la vida”. Es hermoso reconectar con esas luchas.
Es imprescindible conversar con estas mujeres que son libros vivientes, libros de la historia de las luchas. Esta concepción que planteas es importante para construir una memoria larga. Tú te sientes parte de algo, no puedes mirar el futuro sin mirar el pasado. Solamente cuando ves toda la historia de lucha, los límites, los problemas de las experiencias organizativas pasadas, intentas no repetir las mismas cosas. No puedes identificar lo que estás haciendo si no miras que se ha hecho antes y cuáles son las diferencias, aprender de esa experiencia, no pensar que has inventado todo.
Escasos quince días nos separan del paro del 8 de marzo. Las palabras de Silvia, que son las de una luchadora que reflexiona y teoriza a partir preocupaciones que también son las nuestras, seguramente serán fértiles para seguir construyendo este camino, que es el suyo y el de miles de mujeres que por todo el mundo van diciendo ¡ya basta!