
En
enero pasado, la Cuarta Transformación planteó que las universidades e
instituciones de educación superior avanzan en las negociaciones del FONDO DE
GRATUIDAD Y ACCESO A LA EDUCACIÓN SUPERIOR, con el cual habrá de garantizar la
aplicación de la LEY GENERAL PARA LA
EDUCACIÓN SUPERIOR: obligatoriedad y gratuidad en dicho nivel educativo
a nivel nacional decretada en 2019.
Sin
embargo, este proyecto que es parte de las promesas de campaña de AMLO, no dispone
de un peso en la partida presupuestal aprobada este 2020 de la Secretaria de
Hacienda, hay presupuesto etiquetado
para el rubro educativo, para becas, pero no un desglose específico del dicho
fondo. Avanzar en la gratuidad de la educación presenta retos importantes para
la lucha por la democratización que hoy se vive en varias universidades que
sobreviven a la quiebra técnica, a la debilidad económica, fruto de factores
tales como la corrupción dentro de las universidades, así como el desmesurado
desvío de recursos existente en estas.
Si
la administración de la partida presupuestal asignada del gobierno federal a
cada universidad queda en manos de la administración de las autoridades, no
representará el alivio a las demandas más sentidas de la comunidad estudiantil
que vive cada día los efectos de la avanzada privatización de la educación
media y superior, de ahí que el asignar recursos para lograr un fin común
también debe involucrar a todos los que se propone beneficiar, se requiere consulta,
un diagnóstico desde la base estudiantil, desde la organización
estudiantil levantar un pliego de las
demandas más sentidas, a mediano y largo plazo, para que sea ésta quien
manifesté hacia dónde requiere el destino del recurso.
Este
año sin transparencia en el recurso federal a la educación superior,
continuamos escuchando las buenas intenciones, seguimos exigiendo el 10% del
PIB a la educación pública, necesitamos avanzar en el rezago educativo, abrir
las universidades a los hijos e hijas de la clase obrera, del campesinado
pobre, oportunidades para desarrollarnos plenamente en la cuestión académica, la
cual no está aislada del estilo de vida que llevamos. Mientras llevemos un
estilo de vida precario, con múltiples carencias y diversos problemas que nos
dispersen de nuestros objetivos, no podremos desenvolvernos plenamente en todas
nuestras actividades cotidianas, no podremos ejercer como profesionistas para
retribuir a la sociedad el esfuerzo que da para pagar con sus impuestos nuestra
educación. ¡La educación pública y
gratuita es un derecho, no un privilegio para unos cuantos!