Históricamente la disposición “voluntaria” fuerza de trabajo en el mercado es la premisa de la existencia de ésta como una mercancía, con la subcontratación se lleva a otro nivel la fetichización de las relaciones sociales de producción. Pues se consolida el negocio de la compra y venta de la fuerza de trabajo, como una ofensiva contra las pretensiones de la clase trabajadora con el fin de aumentar la ganancia.

Así el esquema de contratación outsourcing ha permitido mayor extracción de plusvalía de los trabajadores, pues, ha logrado disminuir los salarios y ha contribuido a aumentar la intensidad del trabajo incrementando la competencia entre trabajadores mediante las retribuciones por desempeño.

Así mismo, ha permitido a las empresas deslindarse de las demandas históricas de los trabajares como lo son las prestaciones sociales y evadir tributaciones al fisco. El deslinde de responsabilidades mediante la contratación por un tercero facilita a las empresas la atracción y repulsión de mano de obra, lo cual permite a las empresas responder con mayor agilidad frente a las oscilaciones del mercado. Por lo tanto, en periodo de crisis puede libremente despedir la cantidad suficiente de mano de obra.

Como parte de la política neoliberal a través de la subcontratación se ha buscado normalizar la precarización laboral, principalmente para la juventud, que se suma al contexto de la falta de empleos y sin derecho a jubilación digna. Esta práctica se ha presentado a la juventud como un instrumento que permite colocar al joven sin experiencia en el campo laboral, pero que en realidad le niega generar experiencia laboral.

A partir de 2004 la subcontratación en México ha crecido exponencialmente, actualmente el INEGI estima que hay mas de 4.6 millones de trabajadores relacionados con la subcontratación. A la fecha este esquema crece anualmente a tasas promedio de 7% frente el 3% para los de empleos formales. Casi un tercio de los puesto de trabajo creados en México desde 2014 a la fecha corresponden algún tipo de subcontratación.

Por otra parte, ha correspondido el periodo de crecimiento de la subcontratación corresponde con un decrecimiento de los salarios, de 2014 a 2019 se reportó una tasa de crecimiento anual de los salarios para grandes empresas de -3% y para las pequeñas y medianas empresas de -5%.

AMLO lanza la reforma al outsourcing como respuesta al despido de a cientos de trabajadores sin reconocimiento de sus derechos en plena crisis. Una preocupación tardía por los derechos laborales, frente el silencio que mantuvo en los meses más álgidos de despidos masivos. O frente las manifestaciones de los trabajadores de la zona norte del país al inicio de su sexenio.

Ahora la apuesta por formalizar la subcontratación apelando la solidaridad empresarial amenaza con la continuidad del 80% de los trabajadores subcontratados, no plantea ningún mecanismo que los proteja, es decir la solución a la desprotección del trabajo puede generar por si mima desprotección de los trabajadores.

Esta iniciativa es más un apurado movimiento por emparejar las cuentas del gobierno de México para obtener más ingresos gubernamentales que permitan dar frente a la crisis. No es una apuesta por su eliminación es por su formalización, particularmente la nueva iniciativa sólo permite dos modalidades de tercerización laboral: servicios u obras especializadas y agencias de colocación.

Para el sector empresarial es un golpe duro a la competitividad al aparato productivo, principalmente para la maquila, la cual represente un cuarto de la subcontratación total, pues estas prácticas han permitido abaratar la fuerza de trabajo para competir y desplazar la maquila estadounidense. Por lo tanto, esté anuncio atiende a las necesidades agonizantes del mercado laboral estadounidense.

Por otra parte mientras permite la subcontratación de servicios, la nueva reglamentación no contempla los intereses de todos aquellos, jóvenes profesionistas y futuro egresados, que sean contratados por servicios profesionales, ya que este mecanismo por sí mismo seguirá permitiendo disminuir su salario, esto en si desconoce el costo de producción de su fuerza de trabajo y permite remunerarlo como si fuera un trabajo de menor calificación.

Por lo tanto, la principal preocupación del gobierno frente a esta crisis son sus ingresos, no los trabajadores. Solo se puede oponer al outsourcing la organización de la clase trabajadora. En materia laboral un presente y un futuro digno para la juventud requieren la eliminación de raíz de sus dos principales enemigos el esquema de subcontratación y el esquema de afores. Y ante ello oponer los intereses de la juventud, que, como fruto de la organización y la movilización queden reflejados en contratos colectivos que no concesionen su futuro.