La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con raíces profundas en la historia desde la llegada de los colonizadores españoles, ha experimentado transformaciones significativas tras la Revolución Mexicana. Sin embargo, su estructura y funcionamiento se ven constreñidos por una ley orgánica desfasada, específicamente la de 1945, que no aborda las problemáticas actuales y perpetúa una burocracia en las gestiones administrativas.

En el año 2023, se adelantó la convocatoria para elegir al nuevo rector, desvelando 17 contendientes. Históricamente, los candidatos eran designados por el partido en el poder, ya fuera PRI o PAN. No obstante, en esta coyuntura, la mayoría de los candidatos están vinculados al gobierno actual, salvo Imanol Ordorika, quien se destaca al presentar propuestas concretas y resolutivas para los desafíos que enfrenta la UNAM.

La comunidad estudiantil demanda un cambio en el proceso de elección del rector, abogando por la participación activa y directa de la comunidad universitaria mediante votación. Este anhelo de democratización contrasta con la práctica actual, donde la designación recae en la influencia directa del gobierno en turno, alejándose de una elección verdaderamente representativa.

Además, en semanas recientes, la UNAM ha enfrentado un problema de salud relacionado con la presencia de chinches chupasangres en sus instalaciones. Se sospecha que esta problemática y la respuesta administrativa, que incluyó fumigaciones y suspensiones de actividades, podrían ser tácticas para contener posibles movilizaciones estudiantiles en medio del álgido proceso de designación del rector. Estos incidentes revelan la necesidad urgente de abordar las estructuras y prácticas institucionales obsoletas para garantizar una universidad verdaderamente autónoma y funcional.