En años pasados hemos visto como la juventud ha cumplido un papel muy importante en los cambios sociales que le competen al proletariado y a la revolución, en aspectos cruciales como la gratuidad de la educación. Ejemplos de esto son las movilizaciones estudiantiles por la Ley Universitaria en Italia (1967-1968), la huelga de la UNAM (1999-2000), la gratuidad de la educación en Argentina (2024) y la huelga federal de educación en Brasil (2024).

Además, la juventud ha llevado a cabo luchas enfocadas contra las principales opresiones y agresiones al proletariado. Los ejemplos incluyen campamentos contra la guerra de Vietnam (1968-1973), el Mayo Francés (1968), la Liga Comunista 23 de Septiembre (1973-1983), el Ocupa de Wall Street (2011), y los campamentos en solidaridad con Palestina (2023-2024). En cada uno de estos casos, la juventud se ha organizado y movilizado de manera significativa, demostrando su capacidad para influir en el curso de la historia y generar cambios profundos en la sociedad.

La juventud, basada en sus necesidades y valores, se organizaba para mover naciones enteras. Por ello, es necesario que esté presente en el frente político del país, de manera que se tenga una organización y movimiento en conjunto con las acciones del proletariado. Esta presencia juvenil es crucial para garantizar que las demandas y aspiraciones de las nuevas generaciones sean tomadas en cuenta en la formulación de políticas y en la implementación de cambios estructurales.

Es fundamental reconocer que ésta es una responsabilidad que incumbe a dos partes: al Partido y a la juventud organizada. El Partido responsable debe buscar a la juventud con el objetivo de politizar y organizar, fomentando su participación activa en la vida política y social. Por otro lado, la juventud organizada debe llegar al Partido para asumir su responsabilidad como proletario en la toma de decisiones y la organización de la revolución proletaria. Solo a través de una colaboración estrecha y comprometida entre el Partido y la juventud se podrá construir un movimiento revolucionario sólido y eficaz, dejando únicamente a la juventud no organizada en manos de estos dos.

De esta manera, el Partido, teniendo a una parte importante de las masas juveniles en sus filas, podrá asaltar el cielo y así consumar la victoria de la revolución socialista.