En la fase actual del capitalismo
el desarrollo de la informática ha permitido que la producción y circulación
de mercancías sujete cada vez más a la clase obrera, la juventud y los
pueblos, incrementando la explotación,
moldeando el consumo de las masas y modificando las relaciones sociales.
A través de la informática los
grandes monopolios han encadenado más a los trabajadores permitiendo que
produzcan más en menor tiempo a través de la automatización, puedan estar
inmersos en el proceso productivo o de consumo de manera remota a través de
dispositivos móviles o fijos, permite que la explotación pueda ir más allá de
la jornada laboral y con el naciente desarrollo de plataformas y redes
sociales, se sujeta al trabajador por fuera de cualquier regulación, con nulos
derechos laborales.
Las redes sociales en la
actualidad como el resto de medios de comunicación, articulan una conciencia
colectiva que es encaminada por el sistema
capitalista a fortalecer el consumo, profundizar la enajenación y el control
social. Ejemplo de esto ha sido el uso de algoritmos en Facebook por la empresa
Cambridge Analytica para determinar perfiles de personas que de acuerdo a sus
gustos e intereses podían ser vinculados con propaganda política, lo cual
fortaleció campañas como la de Donald Trump; de manera similar se dio el fortalecimiento de la figura del fascista
Jair Bolsonaro a través de un algoritmo de Youtube.
En México pese al atraso
tecnológico en relación con otros países, el empleo de internet y
principalmente de redes sociales va en aumento, en 2018 alcanzó los 83 millones de usuarios, al menos
el 65 por ciento de la población, siendo Facebook, Youtube y Whats App las
principales redes empleadas. Destaca el tiempo de conexión a internet, pues el
promedio en México es de 8 horas y 12 minutos dedicando al menos 3 horas de
este tiempo a las redes sociales.
Con el incremento del uso de
redes sociales se ha modificado el
consumo de los medios de comunicación tradicionales, por ejemplo el tiraje de
todos los periódicos en México no rebasa los 700 mil ejemplares para un país de
más de 120 millones de mexicanos.
Pese a que los principales medios
de comunicación son propiedad de la clase dominante y emplean la información
como cualquier mercancía, la propaganda revolucionaria siempre ha hecho uso de
estos, de manera legal e ilegal, pues los regímenes dominantes siempre han
condicionado la libertad de expresión a sus intereses.
Conscientes de lo anterior, en un
marco de legalidad burguesa, los revolucionarios, interesados en cambiar el
actual sistema, intervenimos en las redes sociales. Sin embargo nuestra intervención
refleja el nivel de desarrollo organizativo, por lo tanto para que nuestra labor
en estos medios tenga un carácter avanzado, claro y de masas, debemos tener en
cuenta algunos elementos político- organizativos que de manera general
planteamos aquí para su análisis.
Los que nos reivindicamos revolucionarios y
comunistas, actuamos por principio, en una estructura colectiva, es decir en la
medida en que nos concientizamos de la necesidad del cambio de régimen, debemos
comprender que requerimos organizarnos más allá de nuestra individualidad.
El ser militantes de una
organización revolucionaria nos exige
por conciencia y de manera voluntaria llevar una dinámica diferente en
nuestras vidas, pues asumimos de manera explícita o implícita ciertos deberes y
obligaciones, siendo su cumplimiento indispensable para la continuidad de la
organización a la que se pertenece, así como necesarios para cumplir los
objetivos de cambio que se plantean.
De acuerdo con el desarrollo
político e ideológico que desarrollamos en la militancia podremos ir
comprendiendo que debemos superar las dinámicas propias del sistema, en las que
el individuo busca la exaltación personal, reproduce en los medios de
comunicación a su alcance la dinámica de consumo y enajenación general,
despreciando el trabajo colectivo y las posiciones críticas al sistema.
Los perfiles personales de redes
sociales, son muestra de lo que aquí se menciona, pues en ellos se expresan las
contradicciones de la vida de los individuos que militan en una organización
revolucionaria y que deben también entrar en cuestionamiento si de verdad
queremos luchar contra el sistema.
Se puede considerar que por la
represión que el estado ejerce y el peligro de los datos personales, no debería
tenerse un perfil personal en redes sociales, lo cual tiene sustento, cualquier
organización revolucionaria debe tener claridad del marco de legalidad con la
que actúa y la persecución de la que puede ser víctima para en torno a esto
definir una táctica que permita llegar de la forma más amplia posible a las
masas.
En las condiciones imperantes en
México, con la llegada de un gobierno representante de la oligarquía que
pretende hacerse pasar por democrático, y con apertura a la manifestación y
crítica, las posiciones revolucionarias deben masificarse, no solo en redes
sino fundamentalmente en las calles, con
el objetivo de desenmascarar el régimen burgués y presentar una verdadera alternativa
de transformación, para ello se emplean militantes públicos que en todo momento
son referencia entre las masas y que pueden contribuir en gran medida a la
agitación y propaganda en redes sociales.
Lo anterior no significa que se
abandonen las medidas de seguridad básicas, por el contrario las condiciones de
seguridad y la forma de intervención de la militancia deben evaluarse
colectivamente y de ser necesario modificarse de forma permanente, pues la
actitud del estado frente a la organización está relacionada con el nivel de
influencia y el papel que se juega en la lucha de clases.
Si por acuerdo de la
organización, asumimos públicamente la militancia y el empleo de perfiles
personales o en su caso tenemos perfiles hechos únicamente para la labor
política en las redes sociales, debemos considerar los siguientes criterios:
-La tarea fundamental que
desarrollamos es difundir y concientizar en torno a las posiciones
revolucionarias de la organización a la que pertenecemos.
-Frente a los acontecimientos,
antes que publicar opiniones personales debemos priorizar la elaboración y
publicación de posiciones colectivas.
-Si estamos en desacuerdo con
definiciones de nuestra organización las críticas deben hacerse en la
organización no en las redes sociales.
-No se debe confundir el difundir
la política de la organización con difundir la estructura, el nivel de
militancia, participación y vinculación con el que contamos, para ello se
emplea el principio de política abierta y estructura cerrada.
-En la perspectiva de mostrarnos
como miembros de una organización y una
alternativa seria, debe evitarse caer en la discusión o confrontación
personal y estéril, contra organizaciones o individuos, poniendo al centro la
labor de esclarecer, defender y fijar nuestra posición de la manera más amplia
posible, pues la política de alianzas puede verse afectada por arrebatos
personales.
Si tenemos una vida pública
debemos pensar en todo momento en que somos observados por las masas y también
por el estado, debemos ser ejemplo de disciplina, compromiso y conciencia, las
redes sociales hoy son una trinchera más de lucha.