El desarrollo del capitalismo en las zonas rurales agudiza la contradicción campo-ciudad, en algunas regiones se promueve la industrialización, turismo y la gran explotación agrícola, pero a costa del despojo de tierras “por las buenas y por las malas”, por otro lado, la falta de tecnología, el cambio climático, tierras de mala calidad, falta de subsidios, etc. Imposibilitan al pequeño productor de competir contra la agricultura capitalista, incluso está en desventaja ante las importaciones que permiten los tratados de libre comercio.

Los niveles de pobreza de la juventud rural son mucho mayores que los de la juventud urbana. Más de la mitad de la juventud rural vive en hogares con pobreza multidimensional (por debajo de la línea de bienestar y con al menos una carencia social). Respecto a los servicios de salud apenas una quinta parte tiene acceso. No hay política pública dirigida a la juventud rural, se les mete en el mismo costal junto al resto de la juventud sin considerar sus particularidades.

 La juventud del campo tiene aún más obstáculos que la juventud urbana para acceder a la educación de nivel medio superior y superior, el joven que consigue un espacio debe además preocuparse por trasladarse frecuentemente o rentar un lugar desde donde le sea más fácil llegar a la escuela. La mayor parte de las escuelas abiertas en zonas rurales se limitan a una educación técnica que busca cualificar la mano de obra del campo y a instituciones privadas, las cuales tienen las facilidades de la Secretaría de Educación Pública para su reconocimiento.

Nuestras acciones deben concentrarse en demandas que en un primer momento busquen igualar las condiciones de la juventud rural y urbana. Para que la juventud pueda seguir con sus estudios se deben superar las limitaciones económicas con los comedores gratuitos, casas de los estudiantes y eliminación de las cuotas escolares, acompañado del aumento de oferta educativa en las zonas rurales.