Gustavo, chico simpático, militante comunista disciplinado, siempre con su bandera roja y buen nadador. Él organizaba jóvenes por el derecho a la educación, a trabajadores de escasos recursos por servicios sanitarios y a comunidades afectadas por la devastación ambiental.
En Morelos hay más de 40,000 migrantes; muchos jornaleros agrícolas tlapanecos y nahuas, expulsados por la precariedad económica y la violencia. Gustavo, militante del FPR y el PCM (ml), luchaba con ellos por vivienda digna en 2014. Organizaron una toma: El campamento Indígena Migrante de Ayala, que hoy lleva su nombre. También se opuso a los megaproyectos que saquean el agua del río Cuautla.
En el oriente de Morelos hay un grupo de caciques (los tablas Pimentel), los cuales un día son del PRI, luego, PAN, PRD, nueva alianza o 4T. Sus bolsillos llenos mientras los migrantes indígenas y la clase trabajadora sufre el hambre.
Un 4 de febrero en Morelos fue localizado el cuerpo de nuestro camarada. Gracias a la presión popular, 4 de los asesinos materiales tienen una sentencia de 32 años. Faltan los asesinos intelectuales.
La burguesía, ilusamente, cree que asesinando camaradas logrará detener el movimiento. Vaya patadas de ahogado. Nuestra victoria es inevitable, la toma del poder por los trabajadores es inevitable.