A menos de 5 meses de llevarse a cabo los comicios hacia el relevo de la presidencia nacional es importante mantener la crítica al más alto nivel del desarrollo económico de nuestro país, para dimensionar la importancia de comenzar a tejer nuevamente las relacio­nes con otros colectivos y organizaciones juveni­les, enmarcado en hacer un análisis profundo y real de la situación actual para poder establecer las coincidencias y avanzar a retomar las demandas historicas que no fueron cumplidas durante el actual sexenio y mante­nernos organizados sin titubear y bajo una sola dirección con el próximo gobierno de continuidad neoliberal.

El movimiento estu­diantil se ha caracteriza­do por la diversidad de grupos y organizaciones, lo que a menudo ha difi­cultado la coordinación y la acción conjunta. Al­gunos sectores del movi­miento han sido coopta­dos por partidos políticos burgueses o intereses ex­ternos durante la actual administración, los más débiles y dóciles han de­bilitado su independencia y legitimidad. La ausen­cia de líderes fuertes y la falta de representatividad han debilitado la capaci­dad del movimiento para articular demandas y mo­vilizar a la sociedad.

El movimiento estu­diantil debe seguir utili­zando la movilización y la protesta como herra­mientas efectivas para visibilizar las demandas y presionar por cambios concretos. Participar ac­tivamente en espacios de toma de decisiones a nivel local, regional y nacional, para influir en políticas y programas que afecten nuestros derechos e inte­reses, dedicar esfuerzos significativos a la edu­cación y concientización de la sociedad sobre las causas y demandas del movimiento estudiantil, así como sobre nuestros derechos estudiantiles y las problemáticas.

La reorganización del movimiento estudiantil en México es un desafío crucial para revitalizar su capacidad de combate y disposición a llevar la lucha a las calles. Para lo­grarlo, es necesario supe­rar los desafíos actuales, fortalecer la organización interna, construir alian­zas y promover liderazgos colectivos. Con acciones concretas el movimiento estudiantil puede seguir siendo una fuerza trans­formadora en la lucha por un país más justo, demo­crático y equitativo.